Del 20 DE NOVIEMBRE AL 5 DE DICIEMBRE.Inauguración: este viernes, día 17, a las 19:00 h.

El próximo viernes, día 17, se inaugura en la Sala de Exposiciones de Barrena Kultur Etxea, una nueva exposición  que recoge una muestra de 35 acuarelas del artista donostiarra Enrique Ochotorena. La exposición permanecerá abierta hasta el 5 de diciembre, en horario de 6 a 8 de la tarde.(Domingos y festivos cerrado).

En el catalogo de la exposición Iñaki Ruiz de Eguino escribe lo siguiente sobre Ochotorena: Desde hace años sigo la actividad del acuarelista Enrique Ochotorena, uno de los contados artistas vascos que se han especializado en esta noble técnica.

Quisiera remarcar, que Ochotorena, desde la humildad que requiere el aprendizaje, ha optado por alcanzar el camino inicialmente trazado por sus antecesores y no dudando en esforzarse concienzudamente en ello.

Se ha escrito sobre la paleta de Ochotorena, señalando su gusto por las tonalidades neutras. Es innegable que son de su agrado. Pero sus obras, no quedan reducidas solamente a una simple gama cromática. Esto resulta una simpleza si realmente atendemos al conjunto de sus trabajos.

Quisiera ir más allá y señalar su facilidad de observación. Este artista antes de iniciar sus obras, cuenta con la capacidad de descifrar la composición, visualizándola con lucidez.

Las variaciones de luz y el dibujo cromático son captadas con prontitud. Después vendrá dibujar con el agua, superponiendo esas capas transparentes.

Entre sus temáticas predilectas está el paisajismo.

Me viene a la memoria la definición que un amigo hiciera al pintor Degas: “un paisaje es un estado de ánimo”, a lo que Degas replicó: un paisaje es ” Un estado de ojos, nosotros no hablamos un lenguaje tan pretencioso”. El viejo Degas se refería a sus compañeros de Batignoles: Monet, Sisley, Renoir, Pissarro…

La acuarela requiere de ese “estado de ojos”. Estamos hablando de una “aérea y fresca poesía” como escribiría Roberto Lohghi.

Ante las aguadas de Ochotorena, resulta fácil descubrir la atención que él aplica a la persecución de los más sutiles y disolventes logros del análisis de la luz, en ese laboratorio que es la naturaleza.

Ochotorena añade una impetuosa frescura a la impronta de su quehacer personal. Un estilo propio, que sin duda le ha llevado años el conseguir. Ahora sus obras son fácilmente reconocibles, dado su personal método de trabajo.

Desde esa observación medida, sin embargo, no titubea en llevar sus composiciones a un más allá de la mera copia naturalista. Cierta expresión medida, no contenida, junto a otras formulaciones, van a ir fijándose cromáticamente en el papel.

Los paisajes con nieve serán otro de sus motivos escogidos. Son estudios dedicados a la reverberación de la luz en el agua, donde el pintor sondea la influencia de los colores y aquí contradice la vieja convención del “tono local”.

En esta última etapa, desarrolla c una técnica de ejecución perfeccionada, de pinceladas vivaces, aéreas, permitiéndole captar notablemente el registro de fugaces y brillantes efectos de luz.

Ahora, cargado de ilusión, nos trae estas obras recientes, donde la libertad de ejecución queda patente

 

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